Hay objetos que los usamos casi sin pensar, porque están siempre ahí. Tanto en el cajón de la oficina, como en el estuche del cole, en el kit de manualidades, o en un cajón de la cocina. Siempre los tenemos a mano, porque nunca sabemos cuándo lo vamos a necesitar, y uno de ellos es, sin duda, es el celo.
Ese rollo pequeño, discreto y transparente que parece no hacer mucho, ¡hasta que hace falta! Que levante la mano quien no haya buscado celo desesperadamente justo cuando más lo necesitaba. Porque sí, puede parecer una tontería, pero el celo es uno de los inventos más útiles y versátiles que existen.
El celo (o cinta adhesiva) fue inventado en 1930 por Richard Drew, un ingeniero de 3M. Su idea original no era ayudar con manualidades, sino ofrecer una solución a los pintores de coches para enmascarar zonas con más precisión. Pero pronto su invento se adaptó, se volvió transparente y se coló en hogares y oficinas de todo el mundo.
Como suele pasar con los grandes inventos, su éxito está en su sencillez. Un rollo, una tira adhesiva por un lado, resistente pero fácil de cortar, y con un sinfín de usos. El celo conquistó el mundo de una manera sigilosa pero siempre imprescindible.
Podríamos dar mil razones, aunque seguro que te la sabes casi todas, pero aún así, aquí van algunas que explican su reinado en nuestro día a día:
A la hora de hablar de este objeto, es cierto que solemos pensar en el clásico celo transparente, aunque hay muchos otros tipos distintos, cada uno con sus usos y peculiaridades.
Es el más clásico, el que nunca puede faltar en casa o allá dónde vayas. Lo cierto es que se trata del más común porque tiene un sinfín de usos y además, apenas deja huella gracias a ese acabado transparente.
Seguro que también lo conoces y es que se trata de cintas adhesivas de colores, con estampados, numerosos dibujos, brillos o texturas variadas. Lo que hace que sea una de esas opciones perfectas para la decoración de regalos o cualquier manualidad creativa.
Aunque estamos acostumbrados a que pegue solo por una cara, lo cierto es que el celo de doble cara también es de lo más útil y a tener en cuenta. Quizás su uso está destinado a trabajos más precisos, sin que se vea el adhesivo. Aunque como en las opciones anteriores, siempre puedes usarlo en todo tipo de trabajos o manualidades.
Tal y como vemos, el celo se puede usar en un sinfín de trabajos, pero es cierto que en el mundo de las manualidades se convierte en el gran imprescindible. Algunos de los fines en los que puedes usarlo son: sujetando temporalmente una pieza, reforzando esquinas, ayudando a mantener alineaciones o simplemente cerrando una caja de materiales.
Si haces manualidades con niños, el celo tiene el superpoder de la tranquilidad. No mancha, no quema y no necesita supervisión extrema como otros adhesivos. Les permite pegar lo que quieran y cuando quieran, sin riesgos. Así que, ellos se quedan tranquilos y nosotros mucho más.
Ya hemos mencionado lo que puede hacer por nosotros en el mundo de las manualidades. Pero el celo también brilla fuera del mundo creativo y es que no se conforma con ayudarnos en él sino que da un paso al frente y también se puede usar para otros fines. Aquí tienes algunos usos poco convencionales (pero muy reales):
No podía faltar un tema como este cuando hablamos del celo. Uno de los grandes misterios de la humanidad: ¿por qué es tan difícil encontrar el inicio del celo? Todos hemos girado el rollo una y otra vez, rascando con la uña o con los dientes, solo para terminar cortándolo con tijeras o desesperándonos. Algunos incluso marcan el extremo con una pestaña doblada, o lo guardan con un clip. ¡Todo sea por no volver a perderlo! Este pequeño drama cotidiano es parte del encanto del celo. Nos recuerda que, por muy útil que sea, sigue siendo un poco travieso.
En un mundo lleno de tecnología, el celo sigue demostrando que lo simple y básico siempre funciona. Aunque no necesita cables ni conexión sí una sola mano y una superficie que unir.
Puede que no le demos mucha importancia, pero está en más momentos de nuestra vida de los que creemos. Si nos paramos a pensarlo durante un momento, seguro que nos sorprenderíamos.
Ya sea cerrando un sobre, arreglando un envoltorio, creando arte o sujetando un papel en la nevera, el celo cumple su función con humildad. Y eso, hoy en día, se valora más que nunca.
Así que la próxima vez que uses celo recuerda que estás usando uno de los mejores inventos cotidianos de la historia. Con razón nunca falta en casa, aunque a veces desaparezca justo cuando más lo necesitas.
Pisuerga Noticias
Comentarios